Una frase que escuche en un anuncio de televisión, y más tarde descubriría que también era el titulo de una canción del gran Joaquín Sabina. Me dio la idea general, que más tarde… también se convertiría en el título de la novela.
Sobre lo que me evoca esa composición, comencé a cimentar una historia que hace varios «repostajes» en distintas estaciones del camino de la vida.
Amores, traiciones, mezquindades, esperanzas, sueños… confluyen en la botica de «¿señorita por favor, ¿tiene usted Pastillas Para No Soñar ? […]».